En medio de la oscuridad tomé tu mano y la sentí cálida, segura y firme. Aún seguía en la oscuridad, pero Tú me ibas enseñando donde poner los pies para no caer, para no tropezar con la nada.
Cada pisada que daba, no sabía a dónde me conducía, pero el miedo, para ese entonces, ya empezaba a desaparecer y aunque no podía ver tu mano, sabía que aún sujetabas la mía, pues aún la sentía.
Poco a poco la oscuridad fue dando paso a la claridad. La oscuridad no cambió, aún seguía allí, atrapando a muchos, quien cambió fui yo, pues cuando más me acercaba a Ti, más me alejaba de la oscuridad... la iba dejando atrás.
Salí de aquel túnel oscuro y frío, hacía la Luz divina; entonces te pude ver, sin embargo ya te conocía desde antes.
Me di cuenta que en medio del tunel había caminado por vista, sino por fe, creyendo con todo mi corazón que ibas junto a mí, tomando mi mano.
Hoy, aunque mis ojos te pueden ver, deseo de todo corazón seguir caminando por fe, sabiendo que habrán momentos en mi vida en que tal vez no logre verte; pero que a pesar de ello, tendré la plena seguridad que Tú estarás aquí conmigo, tan cerca que estarás en mi y yo en Ti.
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