me enseñas con gran sabiduría,
me sonríes con enorme dulzura,
me reprendes con amor,
me atiendes con diligencia,
me escuchas con suma atención,
me esperas con gran paciencia,
me guardas con sumo cuidado,
me guías con gran precisión,
me sostienes con todas tus fuerzas,
Y yo te pregunto: ¿Por qué, Señor?
y Tú me respondes: “Porque eres mi hija y te amo”
Gracias, Padre, mi Señor y mi Dios.
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