Un poco de agua sobre nuestros cabellos o sobre nuestra ropa, no arruinará nuestro día, por el contrario, refrescará nuestras ideas y nos hará ver el camino correcto.
La lluvia la envía Dios para sofocar el calor de la incertidumbre, del pesimismo, del malhumor. Ver la lluvia caer relajará nuestro entrecejo, aflojará los músculos de nuestra cara y entonces por fin aparecerá en nuestro rostro aquella sonrisa olvidada.
Recuerda que cada minuto es un buen momento para sonreir.
1 corazones llenos de amor:
Estimada Janet, Gracias por tu visita al blog y dejar tu huella infinita. Dios te honre en todo lo que emprendas. tienes un blog muy lindo y edificante, además de estar bien configurado. Gracias por la reflexión sobre la lluvia. si lo sabre yo que vivo en una tierra calinte en Vzla. Besos Kadosh
Publicar un comentario